"¿QUE ENSENA LA TORAH RESPECTO AL DIVORCIO, ETC.?"
Queridos hermanos y amigos, verdaderamente, ¿qué enseña la Escritura acerca del divorcio y las segundas nupcias?
Desde el principio, Yahweh estableció la relación matrimonial y la puso en un lugar central de la vida. El hombre y la mujer fueron creados para compartir una relación complementaria, en la que cada uno ayuda y complementa al otro. Para enfatizar la hermosura y singularidad de su esposa, Yahweh le demostró a Adám que no había nadie en la creación que pudiera llenar el vacío de su vida y que sólo Eva era comparable a él y podía ser su compañera de por vida (Génesis 2:18-20).
Yahweh pretendía que el matrimonio y la familia fueran un lugar seguro, estable y amable. El esposo y la esposa deben compartir amor, respeto y la meta del Reino de Yahweh (Efesios 5:22-23; 1 Pedro 3:1-7). Los padres deben ser un modelo y enseñar a sus hijos valores de acuerdo con Yahweh (Deuteronomio 6:5-7), instruyéndolos acerca de cómo vivir y prepararlos para su vida adulta (Proverbios 1:8; 4:1; 13:1; 15:5).
Yahweh reservó la expresión y el gozo del placer sexual para ser compartida entre cónyuges, prohibiéndolo estrictamente fuera del matrimonio (Éxodo 20:14; Mateo 5:27-28). A esa relación sexual ilícita El la llamó pecado de adulterio. Juntos, un esposo y una esposa deben construir su familia en un matrimonio kodesh—y hacer que el ciclo de la vida contínue (Génesis 1:26-28; 2:24).
El apóstol Shaul también señala en Efesios 5: 24-25 que el matrimonio representa la relación entre Yahushua el Mashiaj y la Kejilah o "verdadera Iglesia":
“Así que, como la Kejilah está sujeta a Mashiaj, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Mashiaj amó a la Kejilah y se entregó a sí mismo por ella.”
Estos comentarios ayudan a definir la perspectiva que Yahweh tiene del matrimonio—una relación única, que representa el compromiso y el amor que Mashiaj expresa por su Pueblo llamado o Kejilah.
Es claro que el matrimonio es una institución importante para Yahweh. El creó la familia como la unidad básica de la sociedad humana y celestial. La estabilidad de la comunidad y aún de la nación depende en gran medida de la estabilidad de las familias.
Lo que la Palabra Kadosh dice acerca del divorcio comienza en Mateo 19:3, cuando los fariseos le preguntaron a Yahushua acerca del divorcio:
“Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?”
Yahushua les respondió con una cita de Génesis 1 y 2, confirmando el origen y la trascendencia del pacto matrimonial:
“Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará Padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Yahweh juntó no lo separe el hombre” (Mateo 19:4-6).
La creación de la mujer a partir del mismo cuerpo del hombre, hace énfasis en el hecho de que el primer esposo y la primera esposa fueron literalmente “una sola carne”—cada uno fue parte del otro. Ante Yahweh la relación matrimonial debe tener el mismo nivel de compromiso. Por medio del matrimonio, un hombre y una mujer se convierten en uno—física y emocionalmente ligados en una relación para toda la vida, de amor, compromiso y unidad.
La pregunta acerca del divorcio estaba basada en una controversia acerca de la palabra “indecente” que se menciona en Deuteronomio 24:1, que dice:
“Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa.”
Una corriente de pensamiento pensaba que la palabra “indecente” significaba que el adulterio era la única razón válida para el divorcio. La enseñanza opuesta era que “indecente” significaba cualquier cosa inaceptable para el esposo, sin importar lo trivial que fuera.
Es menester tener en cuenta que lo que se estaba preguntando no era si el divorcio era permitido, sino en qué condiciones estaba permitido, “por cualquier razón.”
La respuesta de Yahushua Ja Mashiaj fue que había una razón más fundamental para el divorcio y además les recordó que esto no era lo que Yahweh pretendía. En el versículo 8 se afirma que:
“Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.”
La “dureza de vuestro corazón” también está ilustrada en Malaquías 2. En este pasaje se establece una comparación entre la nación de Israel que abandona su pacto con Yahweh y el hombre que rechaza su relación de pacto con su esposa. Leemos en el versículo 14:
“…Porque Yahweh ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.” Y en el versículo 16:
“Porque Yahweh el Elojim de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Yahweh de los ejércitos celestiales. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.”
Yahweh culpa del divorcio a aquellos que no son fieles en su compromiso en el matrimonio. Él dice que odia el divorcio por todo el daño que éste hace. El divorcio causa confusión, dificultades y dolor emocional. Yahweh no quiere que las personas vivan de esta forma.
El apóstol Pablo habla acerca del tema del divorcio en 1 Corintios 7:10-11:
“Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino Yahweh : que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.”
En otras palabras, Pablo dice que la instrucción de Yahweh es que los esposos no se deben divorciar, aunque él aquí no menciona si hubiera alguna razón válida para separarse. Ellos se pueden separar "por cualquier motivo" si así lo deciden---porque Shaul no especifica motivos ---con la posibilidad de reconciliarse o de no volverse a casar.
Moshé no pudo haber admitido el divorcio sin motivos válidos cuando había un mandamiento específico regulando esta práctica. (Parece ser que trtas haber salido de Egipto, los israelitas tenían un corazón particularmente endurecido y necio, y esto incluía a las mujeres israelitas. Recordemos los graves problemas que causaron durante esos 40 años de travesía.) Por ejemplo, Moshé tampoco pudo haber permitido robar o matar sólo porque la gente tuviera un corazón endurecido, pero tampoco podía evitar que las ocurrencias de estos pecados aumentaran. Pero las condiciones fijadas para el divorcio, como Yahushua lo reconoció, no significa que el divorcio le agrade a Yahweh o deba ser tomado a la ligera.
En Mateo 5:31-32 y Mateo 19:9; Yahushua Ja Mashiaj nos advierte que el volverse a casar bajo ciertas circunstancias puede conducir al pecado de adulterio. En los escritos del Pacto Renovado encontramos tres circunstancias específicas en las cuales Yahweh permite el divorcio, pero no necesariamente las segundas nupcias.
Lo que dice la Palabra Kadosh acerca del divorcio y las segundas nupcias es lo siguiente:
1. Comisión de Pecado Sexual. En Mateo 19:9 Yahushua concluye su respuesta a los fariseos: “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Vea también Mateo 5:32).
La palabra griega traducida como “fornicación” es porneia, que significa cualquier forma de actividad sexual ilícita, lo que incluiría fornicación y adulterio además de otros actos sexuales prohibidos. La palabra también implica un patrón de comportamiento sexual inadecuado persistente y sin arrepentimiento.
Si el cónyuge de la persona es culpable de un patrón errado de conducta sexual, entonces el divorcio y las segundas nupcias están permitidos.
Tenga en cuenta, amado amigo, sin embargo, que bajo estas circunstancias el divorcio no está requerido. Es verdad que cuando la confianza se rompe a este nivel, esto puede destrozar la relación. Pero si hay arrepentimiento sincero, y de acuerdo con la importancia del matrimonio, debería haber un esfuerzo sincero de ambos cónyuges para salvar su matrimonio.
2. El caso de un cónyuge incrédulo que no quiere seguir en la relación matrimonial. A medida que se fue desarrollando la Kejilah, fueron surgiendo nuevas circunstancias que se convirtieron en un desafío para los matrimonios de los creyentes y fue necesario afrontarlas. Específicamente, ¿cuál es el estatus de un matrimonio en el que ambos cónyuges tienen diferentes creencias religiosas y prácticas?
Pablo habla acerca de este tema en 1 Corintios 7:13-14 “Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.”
Si el esposo y la esposa tienen diferentes creencias religiosas esto puede ser un motivo de tensión y conflicto en su relación. Ellos tal vez guardan días de fiesta kodesh diferentes. Tal vez tengan diferencias en cuanto a su dieta o en lo que es aceptable como lenguaje o como una forma de diversión. Uno de los cónyuges puede estar lejos del hogar varias horas al día debido a sus actividades religiosas, dejando al otro sólo en la casa. Tal vez tengan diferentes amigos y un círculo social distinto. Tal vez haya que resolver la pregunta de quién es el que va a enseñar la religión a los hijos. En muchos casos el cónyuge incrédulo se opone tenazmente. La situación es compleja y existe la posibilidad de que se presenten ciertas complicaciones.
La instrucción de Pablo es que esas diferencias no necesariamente tienen que conducir al divorcio. Sin un cónyuge es “incrédulo” pero quiere vivir pacíficamente con el cónyuge “creyente,” entonces la pareja puede seguir casada. Este mismo principio se aplica en el caso de que ambos sean “creyentes” pero tienen diferentes creencias.
El punto de las Escrituras es que la pareja debe hacer todo el esfuerzo posible para salvar su matrimonio por encima de las diferencias. Pablo dice que Yahweh bendice el hogar en dónde vive el creyente, lo cual trae muchos beneficios para toda la familia. Sin embargo, si el cónyuge que es “incrédulo” o aquel que tiene creencias totalmente irreconciliables, insisten en el divorcio, entonces el “creyente” está en libertad de separarse, como dice el pasaje debajo, pero en este caso, no a contraer segundas nupcias.
Pablo continúa diciendo en el versículo 15: “Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Yahweh.”
La frase “a paz nos llamó Yahweh,” es también una importante clave ahí. Si un incrédulo, o aquél que tiene creencias diferentes, se rehúsa a dejar el hogar pero le hace la vida imposible al creyente, entonces el creyente puede separarse---y ya que no se especifica si tal persona pudiese volverse a casar con otra persona, no se puede volver a casar, pues ninguno de los dos ha cometido adulterio.
El principio también se aplica cuando existe peligro de violencia física. Por ejemplo, si existe el peligro de un posible abuso sexual o emocional del otro cónyuge o de los hijos, no encontramos que en las Escrituras se nos exija que debamos permanecer casados. Pero tampoco en ese caso se provee ninguna cláusula que permita un segundo casamiento.
Si un cónyuge abandona el matrimonio porque no quiere vivir en paz debido a las diferencias religiosas o a que no quiere proveer un ambiente seguro a nivel físico, entonces le es permitido separarse pero no volverse a casar. Estas reglas están diseñadas para evitar las manipulaciones y abusos a la Ley de Yahweh.
3. La Existencia de Falsificación. La otra razón aceptable para el divorcio y muy posiblemente también las segundas nupcias---aunque habría que probar que ésta constituye intención de infidelidad---es que el matrimonio se haya realizado bajo circunstancias fraudulentas o engañosas.
Estas estrategias no son frecuentes, pero ocurren. El matrimonio es la relación más íntima entre un hombre y una mujer, y debe estar basado en confianza, honestidad y franqueza. Antes del matrimonio uno debe estar enterado acerca de la historia de la otra persona y tener información válida y cierta, de tal forma que nada que pueda cambiar la decisión de casarse, y que nada quede oculto o sea fraudulento. Obviamente, los esposos se conocen mucho mejor después de casarse, y aprenden mucho acerca del otro por medio de la convivencia. Este principio tiene que ver con el engaño intencional acerca de temas fundamentales que se esconden o se falsifican porque afectarían la relación o la desición de casarse. El engaño se considera infidelidad.
Vemos un ejemplo de esto en Mateo 1:18-19: “El nacimiento de Yahushua el Mashiaj fue así: Estando desposada Miryiam su madre con Yousef, antes que se juntase, se halló que había concebido del Espíritu Kodesh. Yousef su marido, como era justo y no quería infamarla, planificó dejarla secretamente.”
Estar desposado implicaba un compromiso obligatorio, que incluía un voto y se realizaba antes de que ambos vivieran juntos como un matrimonio. En este punto de la relación, Yousef y Miryiam estaban totalmente comprometidos a casarse porque habían hecho un voto, aunque no estuvieran viviendo juntos como esposo y esposa. Cuando él se dio cuenta que Miryiam estaba embarazada, Yousef asumió que Miryiam había estado teniendo actividad sexual con otra persona mientras le hacía creer que todavía era pura, lo cual habría sido algo fraudulento (además de ser un pecado sexual).
Por supuesto esto no era verdad en el caso de Miryiam. Pero éste si hubiera sido el caso, Yousef hubiera quedado libre de su voto, y hubiera quedado en libertad de casarse con alguien más.
No se requiere que haya divorcio o anulación si sale a la luz algo importante que haya estado escondido o falsificado. Puede suceder que se sepan todos los detalles de la situación que previamente hubiera estado oculta, y se llegue a un acuerdo para continuar en el matrimonio. Si se descubre una falsificación o fraude, se debe afrontar y resolver de una manera inmediata, en cuanto se tiene acceso a la información.
Si uno de los cónyuges es responsable de la falsificación de la información o de ocultar información personal y esencial que de haberse sabido hubiera impedido el matrimonio, entonces es permitido el divorcio (o la anulación del voto y los planes matrimoniales), y es enteramente posible volverse a comprometer y casar con alguna otra persona.
Arrepentimiento y conversión de un verdadero creyente: Con el arrepentimiento y el bautismo por inmersión, todos nuestros pecados pasados son perdonados. Comenzamos nuevamente y a partir de este momento debemos obedecer los mandamientos e instrucciones de Yahweh (Hechos 2:38; Romanos 6:4).
El pecado que conduce al divorcio y a volverse a casar, por cualquier otra razón diferente a las que hemos explicado, se encuentra entre los que son perdonados con la inmersión. Sin embargo, a partir de este momento la persona casada debe vivir de acuerdo con las enseñanzas de la Torah.
En resumen, Yahweh creó la relación matrimonial y pretendía que fuera una relación para toda la vida.
El divorcio ó separación, pero no siempre las segundas nupcias, son permitidos en circunstancias limitadas y específicas.
Con el arrepentimiento y la inmersión nuestros pecados pasados son perdonados pero a partir de este momento debemos vivir de acuerdo con las instrucciones de Yahweh en cuanto al matrimonio, divorcio y segundas nupcias.
La enseñanza y la práctica de la Kejilah de Yahweh/Yahushua, es la de preservar y fortalecer los matrimonios y las familias. Aun en circunstancias extremas en las cuales el divorcio y las segundas nupcias son permitidas, no siempre esto es la mejor opción. Hay muchos elementos que debemos analizar, incluyendo el entendimiento de lo que Yahweh piensa acerca del matrimonio y el divorcio, incluyendo el impacto que el divorcio tiene en la salud emocional de los hijos de la pareja.
Por lo tanto, aunque el divorcio y las segundas nupcias son permitidos bajo ciertas circunstancias específicas nadamás, en todo caso recomendamos vehementemente que las parejas con problemas en su matrimonio busquen un consejo sabio de familares o ancianos de la Kejilah, que les ayude a ambos a preservar su importante y valiosa relación.
Siervo de Yahushua y la Kejilah,
Rafael
Desde el principio, Yahweh estableció la relación matrimonial y la puso en un lugar central de la vida. El hombre y la mujer fueron creados para compartir una relación complementaria, en la que cada uno ayuda y complementa al otro. Para enfatizar la hermosura y singularidad de su esposa, Yahweh le demostró a Adám que no había nadie en la creación que pudiera llenar el vacío de su vida y que sólo Eva era comparable a él y podía ser su compañera de por vida (Génesis 2:18-20).
Yahweh pretendía que el matrimonio y la familia fueran un lugar seguro, estable y amable. El esposo y la esposa deben compartir amor, respeto y la meta del Reino de Yahweh (Efesios 5:22-23; 1 Pedro 3:1-7). Los padres deben ser un modelo y enseñar a sus hijos valores de acuerdo con Yahweh (Deuteronomio 6:5-7), instruyéndolos acerca de cómo vivir y prepararlos para su vida adulta (Proverbios 1:8; 4:1; 13:1; 15:5).
Yahweh reservó la expresión y el gozo del placer sexual para ser compartida entre cónyuges, prohibiéndolo estrictamente fuera del matrimonio (Éxodo 20:14; Mateo 5:27-28). A esa relación sexual ilícita El la llamó pecado de adulterio. Juntos, un esposo y una esposa deben construir su familia en un matrimonio kodesh—y hacer que el ciclo de la vida contínue (Génesis 1:26-28; 2:24).
El apóstol Shaul también señala en Efesios 5: 24-25 que el matrimonio representa la relación entre Yahushua el Mashiaj y la Kejilah o "verdadera Iglesia":
“Así que, como la Kejilah está sujeta a Mashiaj, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Mashiaj amó a la Kejilah y se entregó a sí mismo por ella.”
Estos comentarios ayudan a definir la perspectiva que Yahweh tiene del matrimonio—una relación única, que representa el compromiso y el amor que Mashiaj expresa por su Pueblo llamado o Kejilah.
Es claro que el matrimonio es una institución importante para Yahweh. El creó la familia como la unidad básica de la sociedad humana y celestial. La estabilidad de la comunidad y aún de la nación depende en gran medida de la estabilidad de las familias.
Lo que la Palabra Kadosh dice acerca del divorcio comienza en Mateo 19:3, cuando los fariseos le preguntaron a Yahushua acerca del divorcio:
“Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?”
Yahushua les respondió con una cita de Génesis 1 y 2, confirmando el origen y la trascendencia del pacto matrimonial:
“Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará Padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Yahweh juntó no lo separe el hombre” (Mateo 19:4-6).
La creación de la mujer a partir del mismo cuerpo del hombre, hace énfasis en el hecho de que el primer esposo y la primera esposa fueron literalmente “una sola carne”—cada uno fue parte del otro. Ante Yahweh la relación matrimonial debe tener el mismo nivel de compromiso. Por medio del matrimonio, un hombre y una mujer se convierten en uno—física y emocionalmente ligados en una relación para toda la vida, de amor, compromiso y unidad.
La pregunta acerca del divorcio estaba basada en una controversia acerca de la palabra “indecente” que se menciona en Deuteronomio 24:1, que dice:
“Cuando alguno tomare mujer y se casare con ella, si no le agradare por haber hallado en ella alguna cosa indecente, le escribirá carta de divorcio, y se la entregará en su mano, y la despedirá de su casa.”
Una corriente de pensamiento pensaba que la palabra “indecente” significaba que el adulterio era la única razón válida para el divorcio. La enseñanza opuesta era que “indecente” significaba cualquier cosa inaceptable para el esposo, sin importar lo trivial que fuera.
Es menester tener en cuenta que lo que se estaba preguntando no era si el divorcio era permitido, sino en qué condiciones estaba permitido, “por cualquier razón.”
La respuesta de Yahushua Ja Mashiaj fue que había una razón más fundamental para el divorcio y además les recordó que esto no era lo que Yahweh pretendía. En el versículo 8 se afirma que:
“Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.”
La “dureza de vuestro corazón” también está ilustrada en Malaquías 2. En este pasaje se establece una comparación entre la nación de Israel que abandona su pacto con Yahweh y el hombre que rechaza su relación de pacto con su esposa. Leemos en el versículo 14:
“…Porque Yahweh ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.” Y en el versículo 16:
“Porque Yahweh el Elojim de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Yahweh de los ejércitos celestiales. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales.”
Yahweh culpa del divorcio a aquellos que no son fieles en su compromiso en el matrimonio. Él dice que odia el divorcio por todo el daño que éste hace. El divorcio causa confusión, dificultades y dolor emocional. Yahweh no quiere que las personas vivan de esta forma.
El apóstol Pablo habla acerca del tema del divorcio en 1 Corintios 7:10-11:
“Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino Yahweh : que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.”
En otras palabras, Pablo dice que la instrucción de Yahweh es que los esposos no se deben divorciar, aunque él aquí no menciona si hubiera alguna razón válida para separarse. Ellos se pueden separar "por cualquier motivo" si así lo deciden---porque Shaul no especifica motivos ---con la posibilidad de reconciliarse o de no volverse a casar.
Moshé no pudo haber admitido el divorcio sin motivos válidos cuando había un mandamiento específico regulando esta práctica. (Parece ser que trtas haber salido de Egipto, los israelitas tenían un corazón particularmente endurecido y necio, y esto incluía a las mujeres israelitas. Recordemos los graves problemas que causaron durante esos 40 años de travesía.) Por ejemplo, Moshé tampoco pudo haber permitido robar o matar sólo porque la gente tuviera un corazón endurecido, pero tampoco podía evitar que las ocurrencias de estos pecados aumentaran. Pero las condiciones fijadas para el divorcio, como Yahushua lo reconoció, no significa que el divorcio le agrade a Yahweh o deba ser tomado a la ligera.
En Mateo 5:31-32 y Mateo 19:9; Yahushua Ja Mashiaj nos advierte que el volverse a casar bajo ciertas circunstancias puede conducir al pecado de adulterio. En los escritos del Pacto Renovado encontramos tres circunstancias específicas en las cuales Yahweh permite el divorcio, pero no necesariamente las segundas nupcias.
Lo que dice la Palabra Kadosh acerca del divorcio y las segundas nupcias es lo siguiente:
1. Comisión de Pecado Sexual. En Mateo 19:9 Yahushua concluye su respuesta a los fariseos: “Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera” (Vea también Mateo 5:32).
La palabra griega traducida como “fornicación” es porneia, que significa cualquier forma de actividad sexual ilícita, lo que incluiría fornicación y adulterio además de otros actos sexuales prohibidos. La palabra también implica un patrón de comportamiento sexual inadecuado persistente y sin arrepentimiento.
Si el cónyuge de la persona es culpable de un patrón errado de conducta sexual, entonces el divorcio y las segundas nupcias están permitidos.
Tenga en cuenta, amado amigo, sin embargo, que bajo estas circunstancias el divorcio no está requerido. Es verdad que cuando la confianza se rompe a este nivel, esto puede destrozar la relación. Pero si hay arrepentimiento sincero, y de acuerdo con la importancia del matrimonio, debería haber un esfuerzo sincero de ambos cónyuges para salvar su matrimonio.
2. El caso de un cónyuge incrédulo que no quiere seguir en la relación matrimonial. A medida que se fue desarrollando la Kejilah, fueron surgiendo nuevas circunstancias que se convirtieron en un desafío para los matrimonios de los creyentes y fue necesario afrontarlas. Específicamente, ¿cuál es el estatus de un matrimonio en el que ambos cónyuges tienen diferentes creencias religiosas y prácticas?
Pablo habla acerca de este tema en 1 Corintios 7:13-14 “Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. Porque el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían inmundos, mientras que ahora son santos.”
Si el esposo y la esposa tienen diferentes creencias religiosas esto puede ser un motivo de tensión y conflicto en su relación. Ellos tal vez guardan días de fiesta kodesh diferentes. Tal vez tengan diferencias en cuanto a su dieta o en lo que es aceptable como lenguaje o como una forma de diversión. Uno de los cónyuges puede estar lejos del hogar varias horas al día debido a sus actividades religiosas, dejando al otro sólo en la casa. Tal vez tengan diferentes amigos y un círculo social distinto. Tal vez haya que resolver la pregunta de quién es el que va a enseñar la religión a los hijos. En muchos casos el cónyuge incrédulo se opone tenazmente. La situación es compleja y existe la posibilidad de que se presenten ciertas complicaciones.
La instrucción de Pablo es que esas diferencias no necesariamente tienen que conducir al divorcio. Sin un cónyuge es “incrédulo” pero quiere vivir pacíficamente con el cónyuge “creyente,” entonces la pareja puede seguir casada. Este mismo principio se aplica en el caso de que ambos sean “creyentes” pero tienen diferentes creencias.
El punto de las Escrituras es que la pareja debe hacer todo el esfuerzo posible para salvar su matrimonio por encima de las diferencias. Pablo dice que Yahweh bendice el hogar en dónde vive el creyente, lo cual trae muchos beneficios para toda la familia. Sin embargo, si el cónyuge que es “incrédulo” o aquel que tiene creencias totalmente irreconciliables, insisten en el divorcio, entonces el “creyente” está en libertad de separarse, como dice el pasaje debajo, pero en este caso, no a contraer segundas nupcias.
Pablo continúa diciendo en el versículo 15: “Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Yahweh.”
La frase “a paz nos llamó Yahweh,” es también una importante clave ahí. Si un incrédulo, o aquél que tiene creencias diferentes, se rehúsa a dejar el hogar pero le hace la vida imposible al creyente, entonces el creyente puede separarse---y ya que no se especifica si tal persona pudiese volverse a casar con otra persona, no se puede volver a casar, pues ninguno de los dos ha cometido adulterio.
El principio también se aplica cuando existe peligro de violencia física. Por ejemplo, si existe el peligro de un posible abuso sexual o emocional del otro cónyuge o de los hijos, no encontramos que en las Escrituras se nos exija que debamos permanecer casados. Pero tampoco en ese caso se provee ninguna cláusula que permita un segundo casamiento.
Si un cónyuge abandona el matrimonio porque no quiere vivir en paz debido a las diferencias religiosas o a que no quiere proveer un ambiente seguro a nivel físico, entonces le es permitido separarse pero no volverse a casar. Estas reglas están diseñadas para evitar las manipulaciones y abusos a la Ley de Yahweh.
3. La Existencia de Falsificación. La otra razón aceptable para el divorcio y muy posiblemente también las segundas nupcias---aunque habría que probar que ésta constituye intención de infidelidad---es que el matrimonio se haya realizado bajo circunstancias fraudulentas o engañosas.
Estas estrategias no son frecuentes, pero ocurren. El matrimonio es la relación más íntima entre un hombre y una mujer, y debe estar basado en confianza, honestidad y franqueza. Antes del matrimonio uno debe estar enterado acerca de la historia de la otra persona y tener información válida y cierta, de tal forma que nada que pueda cambiar la decisión de casarse, y que nada quede oculto o sea fraudulento. Obviamente, los esposos se conocen mucho mejor después de casarse, y aprenden mucho acerca del otro por medio de la convivencia. Este principio tiene que ver con el engaño intencional acerca de temas fundamentales que se esconden o se falsifican porque afectarían la relación o la desición de casarse. El engaño se considera infidelidad.
Vemos un ejemplo de esto en Mateo 1:18-19: “El nacimiento de Yahushua el Mashiaj fue así: Estando desposada Miryiam su madre con Yousef, antes que se juntase, se halló que había concebido del Espíritu Kodesh. Yousef su marido, como era justo y no quería infamarla, planificó dejarla secretamente.”
Estar desposado implicaba un compromiso obligatorio, que incluía un voto y se realizaba antes de que ambos vivieran juntos como un matrimonio. En este punto de la relación, Yousef y Miryiam estaban totalmente comprometidos a casarse porque habían hecho un voto, aunque no estuvieran viviendo juntos como esposo y esposa. Cuando él se dio cuenta que Miryiam estaba embarazada, Yousef asumió que Miryiam había estado teniendo actividad sexual con otra persona mientras le hacía creer que todavía era pura, lo cual habría sido algo fraudulento (además de ser un pecado sexual).
Por supuesto esto no era verdad en el caso de Miryiam. Pero éste si hubiera sido el caso, Yousef hubiera quedado libre de su voto, y hubiera quedado en libertad de casarse con alguien más.
No se requiere que haya divorcio o anulación si sale a la luz algo importante que haya estado escondido o falsificado. Puede suceder que se sepan todos los detalles de la situación que previamente hubiera estado oculta, y se llegue a un acuerdo para continuar en el matrimonio. Si se descubre una falsificación o fraude, se debe afrontar y resolver de una manera inmediata, en cuanto se tiene acceso a la información.
Si uno de los cónyuges es responsable de la falsificación de la información o de ocultar información personal y esencial que de haberse sabido hubiera impedido el matrimonio, entonces es permitido el divorcio (o la anulación del voto y los planes matrimoniales), y es enteramente posible volverse a comprometer y casar con alguna otra persona.
Arrepentimiento y conversión de un verdadero creyente: Con el arrepentimiento y el bautismo por inmersión, todos nuestros pecados pasados son perdonados. Comenzamos nuevamente y a partir de este momento debemos obedecer los mandamientos e instrucciones de Yahweh (Hechos 2:38; Romanos 6:4).
El pecado que conduce al divorcio y a volverse a casar, por cualquier otra razón diferente a las que hemos explicado, se encuentra entre los que son perdonados con la inmersión. Sin embargo, a partir de este momento la persona casada debe vivir de acuerdo con las enseñanzas de la Torah.
En resumen, Yahweh creó la relación matrimonial y pretendía que fuera una relación para toda la vida.
El divorcio ó separación, pero no siempre las segundas nupcias, son permitidos en circunstancias limitadas y específicas.
- Si el cónyuge es culpable de un patrón de pecado sexual del que no se arrepiente.
- Si el cónyuge abandona el matrimonio porque no quiere vivir en paz debido a diferentes creencias religiosas o no quiere proveer un ambiente físico seguro.
- Si el cónyuge ha falsificado u ocultado información personal que de haberse sabido hubiera impedido el matrimonio.
Con el arrepentimiento y la inmersión nuestros pecados pasados son perdonados pero a partir de este momento debemos vivir de acuerdo con las instrucciones de Yahweh en cuanto al matrimonio, divorcio y segundas nupcias.
La enseñanza y la práctica de la Kejilah de Yahweh/Yahushua, es la de preservar y fortalecer los matrimonios y las familias. Aun en circunstancias extremas en las cuales el divorcio y las segundas nupcias son permitidas, no siempre esto es la mejor opción. Hay muchos elementos que debemos analizar, incluyendo el entendimiento de lo que Yahweh piensa acerca del matrimonio y el divorcio, incluyendo el impacto que el divorcio tiene en la salud emocional de los hijos de la pareja.
Por lo tanto, aunque el divorcio y las segundas nupcias son permitidos bajo ciertas circunstancias específicas nadamás, en todo caso recomendamos vehementemente que las parejas con problemas en su matrimonio busquen un consejo sabio de familares o ancianos de la Kejilah, que les ayude a ambos a preservar su importante y valiosa relación.
Siervo de Yahushua y la Kejilah,
Rafael